En 1983 nos despedíamos con lágrimas luego de culminar la
carrera, éramos ya Ingenieros Agrónomos, más de 6 años de vivencias llegaban a
su final. El invierno era el
protagonista ese año de nuestro adiós.
En el curso de ese tiempo se perdieron direcciones, el
contacto. La tecnología nos regresó a un encuentro que se había postergado en
el tiempo, reunirnos parecía imposible pero sucedió, Carlos, Geraldo y yo, en
noviembre de este año nos encontramos en un abrazo inesperado, noviembre fue el
mes que sello ese encuentro. Los recuerdos invariablemente afloraron,
travesuras y complicidades, la juventud regreso de manera abrupta y el relajo
detenido por 34 largos años regreso con alegría. Hubo tiempo para todo y para casi
nada, las miradas buscan en nuestros rostros el pasar de tantos años, el recuento de esos años fue demasiado rápido,
solo se detuvo el tiempo, las locuras fueron dignificadas e incuso desvirtuadas
por la prepotencia, arrogancia y la similitud de la autocrítica, que deja de
ser critica para convertirse en un legado de conformismo absurdo, la aceptación
incondicional se trasforma en obediencia y sumisión.
Nuestra travesía fue muy glamorosa y cargada de mucha
emotividad , días recorriendo parte de nuestra querida y amada Venezuela con nuestro querido y entrañable hermano del
alma Geraldo, charlas muy largas adornadas por un café, atardecieres de increíble
belleza crepuscular, así como la magnificencia de visitar el panteón nacional y
entender que bajo su techo esta la estirpe libertadora de nuestro continente, bañada de solemnidad y cargada de esperanzas, así
como un cuartel de la montaña lleno de vivencia que serán historias en algún momento
del tiempo y el espacio de esta vida que poco a poco se va esparciendo en el
recuerdo y difuminándose en polvo con el
pasar de los años que tenemos en vida terrenal.
Recordar a Geraldo de finales de los 70 y principios de los
80 fue maravilloso, solo los años dan cuenta que el tiempo oscurece nuestra piel desvaneciéndose
y cargándose de mucha tintura blanco, y la piel arrugándose de sabiduría, ese
fue solo cambio observado, la humildad y su paciencia se mantienen intacta así como
la jocosidad que recordamos de él, su sentido del humor se mantiene incólume,
intacto para no socavar el pasado, un Geraldo padre de tres hijos uno putativo y
José al lado de Erika llamando todos los días para hacerle saber que el amor
solo estaba marcado por la distancia.
10 días maravillosos cargados de recuerdos y anécdotas para
reafirmar que Moscú nos robó el alma y que nuestro último suspiro nos llevara a
recorrer las calles de Pablovskaya, de la Mikluxo Maklaya, el Parque Gorki así como
todas las Proaspiekt que iluminaron nuestra vida en esa maravillosa ciudad así como
en otras locaciones de la Unión Soviética. Pocas palabras pero cargada de un sentimiento
muy grande que encierran esos 10 estupendos días que abono su visita, la juventud
nos tomó por sorpresa y los achaques desaparecieron para convertirse en sana alegría
que nos brindó el reencuentro, tres amigos, tres hermanos, que un día se conocieron
para sellar una amistad, una hermandad hasta el fin de los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario