Para muchos sumar cumpleaños pareciera un karma, les aseguro que no lo es, sumar edad y con ello muchas canas no significa vulnerabilidad, o estar expuestos. Algunos dirán cumulo de experiencias y saberes que se acumulan, para mí, son recuerdos que vamos atesorando cada día más.
Nuestra edad nos dicen dónde están nuestras sonrisas, que se traducen en cúmulos de alegrías, sin mencionar las lágrimas que testifican eso que llaman experiencias vividas.
Nuestras canas nos llevan al encuentro de vivencias inimaginables,
a pecados ocultos y expuestos, transitamos muchas pasiones, cumplir años es sinónimo
de vida y debería ser un motivo de alegría, exaltar la vida.
En menos de una semana, la paz y el dolor nos tiene
conmovida el alma, dos seres amados han llegado al termino del principio de sus
vidas, paz porque nos genera el saber que cumplieron su misión de vida y están transitando
ese camino al encuentro con el creador, dolor porque a pesar de aceptarlo es vacío
que nos dejan es grande para todos los afectos que pudieron acumular en tantos
años de vida.
Rosa y Humberto, hermanos de sangre, hijo de la Tía Carmen e
hijos putativos y de vida de Padrino Antonio, cruzan el umbral hacia la
eternidad, ambos han trascendido sin lugar a dudas, sus tantos cumpleaños
fueron la acumulación de muchas sonrisas, de vida que es a lo que refiero. Anécdotas
son muchas, ambos tan jovialmente distintos de la mano de tantos recuerdos a
los cuales la Tía María nos hacía referencia el día de ayer, ella consciente de
lo que está viviendo por la pérdida de sus dos hermanos, nuestra madre Aura aún
no se entera, no vive el dolor. La tía Modesta compañera de vida de Humberto, vivirá
el dolor medianamente, nuestro Dios creador al final de sus años le concedió medianamente la paz, para no sentir tanto la ausencia.
Ya no tendremos que llamar a Rosa para saber de ella, mi
madrina, pero recordare mucho su bella sonrisa, ni Humberto junto a su amada Modesta
y Carlos no tocaran más el timbre de la
casa para visitar a su hermana Aura, mi teléfono no me avisara la llamada
religiosa de mi amado tío, su risa no la escuchare más ni el “cómo estas
Ricardito, todos mis viejos que se han ido me llamaban así, nunca se me ocurrió
preguntarles porque”, pero nunca desaparecerá de mis recuerdos, cada 19 de
agosto cumpleaños de mi hijo, evocare a
Humberto.
Las lágrimas han sido contenidas en mi alma, cuento con los
dedos de una sola mano los que aún
quedan de esa Generación de Gigantes, una generación de Rodríguez que nos enseñó
el significado de la palabra amor, nos bañaron de ese sentimiento tan puro cada
quien en sus espacios, en sus núcleos, nos dieron la mejor de las enseñanzas y
nos legaron tanta, pero tantas cosas, todas cargadas de valores éticos y
morales, de solidaridad, pero sobre todo de mucha nobleza.
Rosa, Humberto marchen en paz, saluden a todos los que ya mi
memoria me falla en recordar, aquellos que decidieron marchar antes que ustedes,
serán recibidos por ellos con una sonrisa, contando regresivamente seguiremos
viviendo esta vida, cumpliendo años de vida, cargándonos de canas, de sonrisas
y con la certeza de saber y entender que
ustedes cumplieron un excelente trabajo, trasmitieron saberes, nos enseñaron
historia a su manera, integridad, persistencia, generosidad, una vida llena de felicidad,
compromiso y armonía.
Feliz reencuentro, gracias por tanto amor, por tantas alegrías
y sonrisas, estarán siempre en nuestros corazones y en nuestros recuerdos,
hasta que las canas nos quiten de la memoria esos recuerdos.
Hasta el próximo encuentro
donde dios lo disponga, los amamos más que mucho.
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