domingo, 17 de noviembre de 2024

El Viaje Interior


La luz de la mañana atravesaba la ventana, pintando sombras en una maleta abierta. Cada objeto guardado dentro representaba un fragmento del pasado que pronto cambiaría de significado. El pequeño espacio, testigo silencioso de tantas noches de reflexión, parecía más íntimo que nunca.

Sobre la mesa descansaba un viejo diario, sus páginas gastadas por el tiempo y la tinta de pensamientos vertidos en momentos de duda y claridad. Entre sus hojas, una fotografía descolorida servía de recordatorio de que los cambios siempre han sido parte del camino.

El reloj avanzaba con la misma cadencia que los latidos de un corazón inquieto. En el silencio de la mañana, los recuerdos flotaban como polvo en los rayos del sol, cada uno portador de una lección, de un momento que había construido el presente.

Una pantalla iluminada preguntaba: "¿Es ahora?"

Los dedos se deslizaron sobre el cristal sin responder, mientras la mente vagaba por los pasillos de la memoria, recordando cada decisión que había llevado a este momento. Las paredes guardaban ecos de conversaciones pasadas, de risas compartidas, de lágrimas derramadas en soledad.

El equipaje aguardaba como un centinela, cada prenda doblada era testigo de una vida que pronto cambiaría de paisaje. Los objetos familiares parecían diferentes ahora, como si el conocimiento de la partida les hubiera otorgado un nuevo significado.

A través de la ventana, el mundo seguía su curso. Las hojas de los árboles danzaban con el viento, ajenas a las pequeñas revoluciones que ocurrían tras las ventanas de los edificios. La ciudad respiraba su rutina mientras, en pequeños espacios como este, algunas vidas giraban sobre su eje.

La decisión había madurado en noches de insomnio, alimentada por susurros de valentía y promesas de renovación. No era una huida, sino un paso hacia adelante en el camino del autodescubrimiento.

El espejo devolvía una imagen transformada, como si la determinación hubiera esculpido nuevos rasgos en un rostro familiar. Los ojos brillaban con una mezcla de temor y anticipación, como estrellas anunciando el amanecer de un nuevo día.

Los sonidos cotidianos se filtraban como una melodía que pronto sería recuerdo: el murmullo de voces distantes, el canto de pájaros madrugadores, el susurro del viento entre los edificios. Cada sonido parecía más precioso ahora, como si la certeza de la partida los hubiera hecho más nítidos.

La respuesta al mensaje llegó como una exhalación: "Es tiempo."

Al cerrar la puerta por última vez, el eco resonó en el pasillo vacío como un aplauso solitario, celebrando silenciosamente la valentía de comenzar de nuevo. Los pasos resonaron diferentes, como si el suelo reconociera que estos eran los últimos que daría en esta dirección.

La mañana desplegaba su esplendor cuando el viaje comenzó. El horizonte se extendía como un lienzo en blanco, esperando ser pintado con nuevos colores, nuevas experiencias, nuevas historias por contar.

El camino se abría adelante, desconocido pero prometedor, como un libro cuyas páginas esperaban ser escritas. La distancia no era un final, sino un comienzo; no una pérdida, sino una ganancia; no un adiós, sino un hasta luego a quien se había sido para dar la bienvenida a quien se podría llegar a ser.


Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis,.

Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan,.

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