lunes, 25 de noviembre de 2024

Retazos de Alma


Hace tiempo los dos nos hemos pertenecido. 
No de la manera convencional que el mundo entiende, sino en ese territorio infinito donde los espíritus se reconocen más allá de la carne y el tiempo. Las letras son la fuerza emocional del alma, y cada palabra que escribo es un fragmento de nuestro universo íntimo, un mosaico de memorias entrelazadas que ninguna distancia puede desdibujar. 

En cada susurro del viento, en cada rayo de luna que se filtra a través de la ventana, siento que nuestra conexión se reafirma, como si las estrellas mismas fueran testigos de un pacto eterno. Esta pertenencia no es solo física; es un entrelazamiento de almas que trasciende lo efímero.

Del sentir y del amor, he construido este templo de palabras donde nuestros corazones danzan en un ritual de tinta y papel. Cada verso es un latido compartido, un suspiro que trasciende lo mundano, una declaración de esa conexión que no se explica, sino que simplemente se experimenta con la misma intensidad con que el mar abraza la orilla.


En un poema, la fragilidad del amor se convierte en un estandarte; las metáforas se despliegan como alas, y las imágenes cobran vida, danzando en los rincones más oscuros de la mente. Es un acto sagrado, una forma de rendir homenaje a lo que somos, a lo que hemos construido juntos en el vasto universo de nuestras emociones.


Cuando dedicas un poema a alguien, es tu sentir más profundo y quien no lo valora no sabe amar. Son esos seres que transitan la vida como autómatas, incapaces de comprender que la poesía no es un adorno, sino la sustancia misma de la existencia. No conoce el amor puro quien reduce la palabra a un simple sonido, quien no comprende que cada verso es un universo completo, un ritual de intimidad que solo los espíritus verdaderamente sensibles pueden descifrar.


Cuando dedicas un poema a alguien, es tu sentir más profundo, una ofrenda de tu corazón desnudo. Es un regalo que se entrega sin reservas, un acto de valentía en un mundo que a menudo se aferra a la superficialidad. Sin embargo, hay quienes desestiman esta entrega, quienes pasan de largo sin detenerse a apreciar la belleza que reside en las palabras. Quien no lo valora no sabe amar; su corazón, atrapado en una prisión de indiferencia, se niega a conocer el amor puro


 La indiferencia hacia la poesía es un desprecio hacia la esencia misma del amor. ¿Cómo pueden ignorar el poder de un verso que puede sanar o herir, que puede elevar o destruir? La poesía es un puente entre almas, una forma de comunicación que trasciende las limitaciones del lenguaje cotidiano. Rechazarla es cerrar la puerta a una experiencia transformadora.


La poesía no es un consuelo, es una revolución. No es un adorno, es un grito. No es un recurso literario, es la anatomía misma del alma.


Nuestro amor, entonces, no se cuenta, se poetiza. No se mide, se siente. No se posee, se celebra en cada palabra que logra capturar ese instante efímero donde dos almas se reconocen y se funden en un mismo latido. En este viaje, descubro que amar es, sobre todo, un acto de creación. Creación de historias, de sueños, de realidades que solo existen en el rincón sagrado de nuestros corazones. Y mientras las letras sigan fluyendo, mientras haya quienes valoren la belleza de un sentimiento compartido, nuestra conexión permanecerá, indestructible y eterna.


Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis,.

Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan,.


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