miércoles, 11 de septiembre de 2024

Reconstruir


La reconstrucción personal es un proceso complejo, lleno de matices y contradicciones. A menudo, nos encontramos en situaciones donde, en nombre de nuestro bienestar, decidimos apartarnos de quienes nos aman. Es un acto que, en la superficie, puede parecer una búsqueda de autenticidad, pero a menudo se convierte en una excusa para justificar decisiones que, en el fondo, son más una huida que un verdadero crecimiento.


Nos envolvemos en una narrativa cuidadosamente tejida, una historia que nos permite soportar el desamor y el vacío que dejamos atrás. Decimos que necesitamos tiempo para nosotros mismos, que debemos enfocarnos en nuestro camino, en nuestras metas. Sin embargo, en el proceso, a menudo ignoramos el dolor que causamos a quienes realmente se preocupan por nosotros y alegamos y abogamos en el mejor de los casos por nuestra individualidad sin mirar atrás. 


Esta narrativa, aunque puede ofrecer un consuelo momentáneo, es insostenible. Nos convencemos de que la distancia es necesaria para sanar, pero en realidad, a veces, es solo una forma de evitar enfrentar la complejidad de nuestras emociones. Nos alejamos, creamos barreras, y al final, nos encontramos atrapados en una soledad que no esperábamos y nos unimos a la corte de facinerosos que nos induce a otras latitudes. 


La reconstrucción no debería ser sinónimo de aislamiento. En lugar de apartarnos, podríamos aprender a integrar el amor y el apoyo de quienes nos rodean en nuestro proceso de sanación. Aceptar que necesitamos a otros no nos hace débiles, sino que nos permite construir una base más sólida sobre la cual levantarnos.


Así, al mirar hacia adentro en busca de reconstrucción, es vital cuestionar nuestras propias narrativas. Preguntémonos si realmente estamos tomando decisiones por nuestro bienestar o si estamos disfrazando el miedo al dolor y la vulnerabilidad con la ilusión de conveniencia, incluso flagelándonos nosotros mismos y a los que nos rodean. Solo al desmantelar esas historias falsas podremos avanzar hacia una sanación genuina, abrazando el amor que nos rodea, en lugar de huir de él.


A menudo, el deseo de mantenerse aislado se manifiesta como un mecanismo de defensa, una forma de evitar el dolor y sacarnos de nuestra zona de comfort. Este aislamiento puede ser tanto físico como emocional, y aquellos que lo experimentan suelen no querer el regreso de  dinámicas cargadas de retórica. 


En este escenario, la vida parece estar planificada en torno a interacciones superficiales, donde las apariencias, las traiciones y las sonrisas ocultan la realidad subyacente. Las conversaciones se convierten en un refugio, mientras que las  mentiras se tejen en cada intercambio, creando una red de falsedades que sostiene la fachada de felicidad. Sin embargo, es en los avatares de este engaño donde se revela la fragilidad de las relaciones humanas, y la reconstrucción se transforma en un acto de mentiras y excusas. 


La verdadera reconstrucción no sólo implica sanar las heridas, sino también desmantelar las mentiras y confrontar las traiciones. Es un viaje hacia la autenticidad, donde el aislamiento se convierte en un espacio de reflexión y autodescubrimiento, y donde las interacciones, lejos de ser meras formalidades, se transforman en oportunidades para redescubrir la verdad en medio del engaño.


Se le quiere que jode, y sobre todo de gratis, 


Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan.

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