La luz de la maƱana atravesaba la ventana, pintando sombras en una maleta abierta. Cada objeto guardado dentro representaba un fragmento del pasado que pronto cambiarĆa de significado. El pequeƱo espacio, testigo silencioso de tantas noches de reflexión, parecĆa mĆ”s Ćntimo que nunca.
Sobre la mesa descansaba un viejo diario, sus pĆ”ginas gastadas por el tiempo y la tinta de pensamientos vertidos en momentos de duda y claridad. Entre sus hojas, una fotografĆa descolorida servĆa de recordatorio de que los cambios siempre han sido parte del camino.
El reloj avanzaba con la misma cadencia que los latidos de un corazón inquieto. En el silencio de la maƱana, los recuerdos flotaban como polvo en los rayos del sol, cada uno portador de una lección, de un momento que habĆa construido el presente.
Una pantalla iluminada preguntaba: "¿Es ahora?"
Los dedos se deslizaron sobre el cristal sin responder, mientras la mente vagaba por los pasillos de la memoria, recordando cada decisión que habĆa llevado a este momento. Las paredes guardaban ecos de conversaciones pasadas, de risas compartidas, de lĆ”grimas derramadas en soledad.
El equipaje aguardaba como un centinela, cada prenda doblada era testigo de una vida que pronto cambiarĆa de paisaje. Los objetos familiares parecĆan diferentes ahora, como si el conocimiento de la partida les hubiera otorgado un nuevo significado.
A travĆ©s de la ventana, el mundo seguĆa su curso. Las hojas de los Ć”rboles danzaban con el viento, ajenas a las pequeƱas revoluciones que ocurrĆan tras las ventanas de los edificios. La ciudad respiraba su rutina mientras, en pequeƱos espacios como este, algunas vidas giraban sobre su eje.
La decisión habĆa madurado en noches de insomnio, alimentada por susurros de valentĆa y promesas de renovación. No era una huida, sino un paso hacia adelante en el camino del autodescubrimiento.
El espejo devolvĆa una imagen transformada, como si la determinación hubiera esculpido nuevos rasgos en un rostro familiar. Los ojos brillaban con una mezcla de temor y anticipación, como estrellas anunciando el amanecer de un nuevo dĆa.
Los sonidos cotidianos se filtraban como una melodĆa que pronto serĆa recuerdo: el murmullo de voces distantes, el canto de pĆ”jaros madrugadores, el susurro del viento entre los edificios. Cada sonido parecĆa mĆ”s precioso ahora, como si la certeza de la partida los hubiera hecho mĆ”s nĆtidos.
La respuesta al mensaje llegó como una exhalación: "Es tiempo."
Al cerrar la puerta por Ćŗltima vez, el eco resonó en el pasillo vacĆo como un aplauso solitario, celebrando silenciosamente la valentĆa de comenzar de nuevo. Los pasos resonaron diferentes, como si el suelo reconociera que estos eran los Ćŗltimos que darĆa en esta dirección.
La maƱana desplegaba su esplendor cuando el viaje comenzó. El horizonte se extendĆa como un lienzo en blanco, esperando ser pintado con nuevos colores, nuevas experiencias, nuevas historias por contar.
El camino se abrĆa adelante, desconocido pero prometedor, como un libro cuyas pĆ”ginas esperaban ser escritas. La distancia no era un final, sino un comienzo; no una pĆ©rdida, sino una ganancia; no un adiós, sino un hasta luego a quien se habĆa sido para dar la bienvenida a quien se podrĆa llegar a ser.
Y eso, al final, ya no es tu carga.
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