viernes, 3 de agosto de 2012

Mundo de Colores

Mundo de Colores
Ricardo Abud

Soy un ferviente convencido que la distorsión de colores que le damos a nuestra vida, está íntimamente cohesionada a los momentos que nos toca compartir con el mundo tanto interior como exterior.




La pérdida de un ser querido contribuye a evadirnos de una realidad insoslayable, como es el continuar. El mundo se transforma para nosotros en blanco y negro con algunas variaciones en la escala de los grises. Se pierde toda perspectiva en la escala de colores primarios y secundarios, la alegría se trastoca y la risa desaparece de nuestro mundo. Enterramos al amor, no hay consuelo para el alma.


La tristeza en blanco y negro es necesario vivirla entendiéndola como un proceso transitorio para alcanzar nuestra estabilidad emocional. En ocasiones, pensamos que estamos estables en materia espiritual. Sólo la queremos vivir y la asumimos como tal, hasta que un nuevo choque con la realidad nos lleva literalmente a regresarnos a la escala de grises. No sabemos manejar con autonomía nuestros estados de ánimo, creemos poseer un don que nos permite juzgar a los demás y no miramos que nuestro mundo dejo de ser mundo, convirtiéndose en una pesadilla.

La inmadurez consciente o inconsciente nos toma por asalto y nos conduce a tomar decisiones contrarias a nuestro devenir interno, frenando nuestro crecimiento moral, doblegándonos a un juego de superioridad estúpida que pretendemos tener dosificada en nuestra conciencia. Damos de a poquito y queremos tener un mundo mágico preñado de sabores y multiplicidad de colores, manteniendo en nuestra alma la escala de grises muy bien diseñada, estructurada y amalgamada a nuestra conducta en ocasiones indigna. Atropellamos la vulnerabilidad y con las lágrimas socavamos la ignorancia descubierta de nuestro juego malsano. Rompemos con la arquitectura del corazón para abrazar la banalidad, subordinando los designios del amor a la irracionalidad del capricho.

Consentimos el juego de colores para, sin razón explícita, desmontarlo todo tal cual como nuestra estupidez lo ha diseñado. Podemos elegir los colores para pintar la felicidad oscureciendo de esta manera los temores y los miedos al rediseño de la vida.

Intentar no es sinónimo de éxito o de fracaso, más sin embargo es el primer paso que damos hacia delante en la construcción de nuestro mundo de colores. Entender que cuando auditamos todo el recorrido andado, no dejamos brechas abiertas de un pudo ser y no fue, sino por el contrario, lo intenté para bien o para mal, con resultados.

Los miedos o temores que no enfrentamos hoy siempre se traducirán en escalas de grises que no nos permitirán avanzar en la búsqueda de nuestras propias experiencias, evadirlos no será la solución.  

Mi mundo he tratado de pintarlo de muchos colores y matices, donde la variedad siempre ha sido la regla. He sido testigo de cómo tallar el mármol para dar pasó a una bella escultura en las gratificantes tonalidades que nos brinda dicha roca. No podemos, por ejemplo, mirar a la naturaleza en una sola tonalidad, desvirtuando su majestuosidad colorida.

Me resulta muy triste pensar en aquellos que han cerrado sus ojos para pretender obviar el mundo mágico de colores y matices que hay fuera y dentro de nosotros, la sutileza de cómo podemos pintar el amor. Pero aún me resulta más triste evidenciar el como muchas personas se refugian en sus miedos y en su mundo interior, y sólo visualizan un cisne color blanco, para ellos su mundo es tan inmaduro que no pueden reconocer su ingrata equivocación, se momifican y se aturden de vanos momentos de supuesta felicidad, sin importarles el no haber hecho el intento y mitigar la curiosidad de entender que también hay cisnes de color negro nadando en un multi-colorido mundo de belleza universal.

Una mañana cualquiera nos despertaremos y mirando al espejo, nos preguntaremos de qué color es mi mundo y tu mundo…

Se le quiere que jode, y sobre todo de gratis,.

Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan,.

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