Miércoles de Esperanzas (¿Por qué coño no termina de llegar el agua?)


Querido diario:

Hoy es miércoles, el día sagrado, el día prometido, el día en que ,según los antiguos profetas de Hidrocapital, el agua debería descender desde los cielos (o más bien, desde las tuberías oxidadas) para bendecir nuestros hogares con su presencia líquida.

Han pasado tres días. TRES DÍAS, diario. Setenta y dos horas de sequía doméstica, suficiente tiempo para que cualquier ciudadano promedio desarrolle una maestría en ingeniería creativa del reciclaje de agua y una relación casi mística con cada gota que cae del cielo.

Los trabajadores de Hidrocapital, esos seres legendarios de los que solo sabemos por los rumores, parecen estar particularmente arrechos con nosotros. Debe ser algo personal. Quizás en otra vida les hicimos algo imperdonable. Tal vez fuimos tuberías que no cooperaron, o grifos que goteaban a deshoras. ¿Qué otra explicación hay para que el agua , ESE LÍQUIDO que representa el 70% de nuestro cuerpo y el 100% de nuestras necesidades básicas, se niegue sistemáticamente a salir por los chorros?

Ah, pero la esperanza nunca muere. Allí estamos, como fieles devotos, revisando cada media hora si por fin el milagro se ha producido. Abrimos el grifo con la ilusión de un niño en Navidad, solo para escuchar ese silbido burlón que nos recuerda: "No, amiguito, hoy tampoco".

Y lo mejor de todo, diario, es que esto no es nuevo. No, no, no. Llevamos MÁS DE 30 AÑOS en esta relación tóxica con el sistema de agua potable. Treinta años de excusas, de "ya casi", de "la semana que viene", de "estamos trabajando en ello". Si la paciencia fuera un deporte olímpico, ya tendríamos medallas de oro para todo el vecindario.

Nadie lo arregla. NADIE. Es como si existiera un campo de fuerza invisible que repele a cualquier plomero calificado o funcionario responsable en un radio de 50 kilómetros. Un misterio digno de los expedientes X.

Pero aquí seguimos, miércoles tras miércoles, con nuestros tobos, nuestras pipas de agua guardada, y nuestra fe inquebrantable en que algún día ,quizás en el año 2054, el agua fluirá libremente y sin interrupciones.

Mientras tanto, me voy a sentar junto al grifo a ver si, por pura fuerza de voluntad, logro que caiga aunque sea un chorrito.

Con sed y sarcasmo.

Un ciudadano hidratado solo en espíritu 💧

Y eso, al final, ya no es tu carga. 

 Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan. 
Los quiero hasta el infinito y más allá. Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis.

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