El gran teorema del amor tardío


Erase una vez un romántico empedernido llamado Eustaquio CORAZÓNLENTO, quien había descubierto la ley física más cruel del universo "A mayor tiempo invertido en conquistar a alguien, mayor será la probabilidad de que otros se la estén llevando a la cama".

Eustaquio era de esos galanes que creían en el cortejo clásico. Mientras otros llegaban con flores de gasolinera y una sonrisa pícara, él preparaba serenatas de tres horas, poemas épicos de 47 estrofas y planes de conquista más elaborados que la invasión de Normandía.

Todo comenzó con Valentina, la vecina del edificio. Eustaquio llevaba seis meses planeando el momento perfecto para declararle su amor. Había estudiado sus horarios, memorizado sus gustos musicales y hasta había aprendido francés porque una vez la escuchó decir “bonjour” al portero.

Mientras tanto, Casimiro el plomero, que no sabía ni deletrear “romance”, simplemente le arregló el lavabo un martes por la tarde y para el miércoles ya estaban… digamos… “explorando la fontanería” juntos.

—¡Pero si yo iba a regalarle un soneto sobre la curvatura de sus pestañas! —se lamentaba Eustaquio, viendo cómo Casimiro salía del apartamento de Valentina con una sonrisa de oreja a oreja y la camisa mal abrochada.

Eustaquio decidió consultar a su amigo Pitágoras Práctico, matemático y filósofo del amor de cantina.

—Querido Eustaquio —le dijo Pitágoras mientras dibujaba fórmulas en una servilleta—, has descubierto el "Teorema de Murphy Amoroso": “Si algo puede salir mal en el amor, no solo saldrá mal, sino que además otro se la estará llevando al catre mientras tú planeas tu jugada maestra”.

La fórmula era devastadoramente simple:

"T (tiempo de cortejo) = D² (deseo de otros) × V (velocidad de acción ajena) / P (perfeccionismo tuyo)"

Decidido a comprobar la teoría, Eustaquio puso sus ojos en Remedios Rapidez, la nueva empleada del café. Esta vez sería diferente. Esta vez actuará con decisión.

Pero claro, siendo Eustaquio, “actuar con decisión” significaba hacer un plan de 15 pasos que incluía:

Investigar su signo zodiacal
Averiguar su color favorito
Componer una canción personalizada
Aprender a hacer origami en forma de corazón
Etcétera, etcétera, etcétera…

Mientras tanto, Braulio el Directo llegó un día, le dijo: “Oye, Remedios, ¿quieres que vayamos a mi casa a ver Netflix… y otras actividades recreativas?”

Para cuando Eustaquio terminó de afinar su ukelele para la serenata, Remedios y Braulio ya habían visto tres temporadas completas de todo lo habido y por haber, si es que me entienden.

Una noche, bebiendo sus penas en el bar “El Corazón Roto”, Eustaquio tuvo una epifanía alcohólica:

—¡Eureka! —gritó, derramando cerveza—. ¡El problema no es que llegue tarde, es que llegó demasiado preparado!

Efectivamente, mientras él calculaba el momento perfecto, medía las palabras exactas y buscaba la estrategia ideal, otros simplemente… "actuaban".

Decidió cambiar de estrategia. Vio a Esperanza Eternidad en el supermercado y, aplicando el “Método Torpedo”, se acercó directamente:

—Hola, me gustas, ¿quieres salir conmigo?

Esperanza, sorprendida por tanta honestidad, respondió:

—¡Qué refrescante! Todos los hombres que me gustan tardan tanto en decidirse que para cuando lo hacen, ya estoy… eh… “comprometida” con otros proyectos.

Y así, Eustaquio aprendió que en el amor, como en la guerra y en las ofertas del supermercado, "lo que no se toma rápido, se lo lleva otro".

La moraleja de esta fábula moderna es clara: mientras tú estás ahí, planeando la conquista perfecta, escribiendo el mensaje ideal y esperando que las estrellas se alineen… alguien más ya está disfrutando de las "“alineaciones" en cuestión.

Como decía el sabio Pitágoras Práctico: *“En el amor no hay segundas oportunidades, solo primeras oportunidades perdidas y otros que las aprovechan”*.


"FIN"

P.D.: Eustaquio eventualmente encontró el amor con Paciencia Virtuosa, una mujer que también prefería los cortejos largos. Se casaron después de tres años de noviazgo platónico y vivieron felices para siempre… aunque sus vecinos aún se preguntan cómo diablos funciona esa relación.


Y eso, al final, ya no es tu carga. 

 Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan. 
Los quiero hasta el infinito y más allá. Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis.

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