La Desaparición Digital: Cuando el Visto Azul Se Esfuma y La Sospecha Aparece


Por: Ricardo Abud

Hay algo sospechosamente conveniente en alguien que desactiva el visto y la última conexión en WhatsApp. No es solo un ajuste de privacidad, es toda una filosofía de vida: "Veré tus mensajes cuando me dé la gana, y tú nunca sabrás cuándo fue eso exactamente." 

Es el equivalente digital a esconderse detrás de una cortina para mirar a la calle. ¿Timidez? ¿Misterio? ¿O simplemente no quieres que se note que estás evitando a alguien?

La tecnología nos ha dado herramientas maravillosas, pero también nos ha dado la capacidad de fingir demencia selectiva. Antes, si no contestabas el teléfono, al menos tenías la decencia de admitir que lo habías escuchado sonar. Ahora, con el visto desactivado, puedes hacerte el desentendido sin dejar rastro. "¿Un mensaje? ¡Ay, no lo había visto!" (Mientras llevas tres días revisando mis estados).

No digo que todas las personas que ocultan su actividad sean infieles, pero sí que es una habilidad que suele perfeccionarse cuando hay algo que esconder. Porque, seamos honestos, si no hay nada raro, ¿por qué tanto misterio? ¿Es tan comprometedor responder "sí" o "no" a un mensaje, o es que prefieres mantener ciertas conversaciones en la sombra, lejos de miradas indiscretas?

En plena era de la hiperconexión, donde hasta el perro tiene Instagram, hay quienes se esfuerzan por volverse fantasmas digitales. Aparecen y desaparecen según les convenga, dejando migajas de atención que mantienen a otros en vilo. Y ahí está el detalle: si puedes estar en línea para todo el mundo menos para una persona en específico, algo no cuadra.

Al final, no es tanto el hecho de desactivar el visto, sino lo que implica: la comodidad de la evasión sin consecuencias. Si quisieras transparencia, no habría necesidad de tácticas de espionaje. Pero si prefieres jugar al gato y al ratón con tus notificaciones, tal vez solo tal vez haya algo más detrás de ese "última conexión: desconocido."

Si Sherlock Holmes hubiera nacido en la era digital, no estaría resolviendo asesinatos en Londres, sino revisando perfiles de WhatsApp y preguntándose por qué María dejó de mostrar la última conexión. Porque, admitámoslo, en pleno 2025 ocultar el "visto" y la última hora es básicamente la versión digital del "no es lo que parece". Hay quienes dicen que es por privacidad. Sí, claro, y yo soy astronauta. Todos sabemos que es la versión moderna de "guardo mis cartas bajo la manga", solo que las cartas son chats, y a veces... bombas nucleares emocionales.

El proceso es siempre el mismo. Primero, todo bien: ves que se conectó a las 10:34, le mandas un mensaje a las 10:35 y te responde a las 10:36 con un corazón. El amor fluye. Pero un día, pum, desaparece la última conexión. La hora mágica en que sabías que se iba a dormir se convierte en un misterio más profundo que el Triángulo de las Bermudas. Tu mente empieza a armar hipótesis más locas que una telenovela venezolana.

Lo peor es cuando, además, oculta el visto. Antes, al menos veías el doble check azul y sabías que te estaba ignorando de forma consciente. Ahora ni eso. Vives con la duda existencial de si leyó tu mensaje o simplemente ha decidido fingir que no existes. Y claro, siempre aparece alguien diciéndote que no seas paranoico, pero a las dos de la mañana ya estás en YouTube buscando "cómo hackear el WhatsApp de tu pareja sin ir preso".

Seamos justos: a veces no hay malicia. Hay quienes apagan estas funciones por paz mental, la suya. ¿Quién necesita discutir por qué se conectó a las 3:17 de la mañana un martes? Pero uno no puede evitar sentirse como un turista en su propia relación: antes tenías acceso a todo el tour, y ahora solo puedes ver la fachada desde la calle, con la puerta cerrada y las cortinas negras.

Así que, cuando tu pareja oculta el visto y la última conexión, tienes dos caminos: convertirte en un detective digital y envejecer diez años en tres meses, o respirar hondo, aceptar que hay misterios que ni la NASA puede resolver y fingir que tú también estás muy ocupado. Aunque, siendo sinceros, todos sabemos que vas a elegir la primera opción.

¿Y tú, qué opinas?

¿Eres de los que esconden el visto o de los que lo exigen como prueba de vida? Sea cual sea tu respuesta, sé coherente. Porque en esta vida, lo único peor que un visto sin respuesta es un "jaja, sí" a las tres semanas.


Y eso, al final, ya no es tu carga. 


 Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan. 
Los quiero hasta el infinito y más allá. Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis.

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