sábado, 21 de julio de 2012

Juegos de Torpezas.

Juegos de Torpezas.
Ricardo Abud


Son las 8 de la noche el cansancio es agotador, pero debemos siempre de sacar fuerzas para plasmar en el papel lo que nos motiva y desmotiva, como un ejercicio de desmontar la vulnerabilidad que en ocasiones nos hace predecibles, y nos mantiene en desventaja con aquellos depredadores del alma.



El curso con que en la vida asumimos situaciones que permiten entender las perversidades con que rompemos las reglas sin importar las consecuencias que las mismas puedan ocasionar. Jugamos con la palabra y aterrorizamos la esperanza, sin mirar hacia atrás, nuestro egoísmo y las ganas de jugar nos proporcionan las satisfacciones que en una época fueron nuestras miserias.

Diluimos las sensaciones en nuestra inequidad emocional y atraemos las montañas de equivocaciones con que enfrentamos la estupidez, todo funciona como una revancha emocional, me hieren, hiero, en ocasiones sin proponérnoslo, en otras con toda la intencionalidad que el dolor nos permite. Sin piedad dejamos en el aire una cascada de sentimientos, pensamientos que detonan a la esperanza, para luego imaginar el caos creado, recreándolo en la diversidad de nuestra inmisericordia, hilvanando y mutando la fe.

Moldear la figura de su piel a su antojo, cocinando la lujuria, fuego ardiente, provocando los sabores del pecado, para luego desaparecer en la claridad de la noche, con el sabor del beso y de la ironía hecha una vulgar estupidez.

La inseguridad y los miedos son la vana excusa para escapar. A toda acción corresponde una reacción de igual magnitud pero de sentido inverso (Ley Física), coloquialmente “El que a hierro mata, no puede morir a sombrerazos”. Lamentablemente solemos olvidar nuestro lenguaje coloquial, las consecuencia en el tiempo son inesperadas.

La costumbre se hace parte de la incertidumbre, luego la abandonamos y dejamos en el limbo la razón. La torpeza la hacemos un juego, sin querer o adrede, en todo caso la desventura se posiciona y atormentan los recuerdos.

Se le quiere que jode, y sobre todo de gratis,.
Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan,.

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