viernes, 3 de agosto de 2018

Imaginación Fecunda



La composición estructural del pensamiento de los seres humanos es muy compleja, tratar de entenderlo es una tarea en extremo difícil ya que su imaginación en ocasiones determinara las acciones individuales que lo caracterizaran.


Hay personas  con una imaginación muy fecunda, llena de fantasmas alegóricos y sin razón, se posesionan de esos fantasmas y florece en una verdad retórica, carente de idoneidad. No son transparentes,  son ambiguos, no entienden la felicidad ni la paz como sinónimos de honestidad. Mentes iracundas que no saben vivir sin la polémica. La crean y la desarrollan hasta convertirla en destrucción. Es la naturaleza clásica de muchas personas tan elementales como nosotros mismos.
Su imaginación les permite recrear espacios insolubles, que disuelven la perversidad de lo que personifican en sus mentes, luego la convierten en una verdad sin fondo y comienzan el tormento estruendoso de la infelicidad.

Los discursos mentales se manifiestan en la fecundidad  imberbe de su anomalía disfuncional, recrean personajes para la diatriba escrita o verbal,  no entienden el significado de la armonía, se llegan incluso a alimentar con el discurso monógamo de que el hombre desciende del mono tal cual la genética Darwiniana, o que simplemente somos un montón de células acopladas que en algún momento se desacoplaran hasta causar la muerte, no sin antes  causar el desastre y  hacer colapsar la estructura emocional de quienes rondamos por estas calles, triste para muchos o muchas que andan solo buscando el ring para llenarlo de pensamientos y mutar la verdad.

La imaginación debe ser creativa, cual modelo utópico de la razón, enfrentada al uso hormonal de nuestra conciencia, exteriorizar el pensamiento producto de la imaginación debe ser necesariamente trasformador, no subordinarlo  a suposiciones hipócritas o sueños desbordados de pesadillas insanas, asociar la verdad con el pensamiento lo enaltece, no debemos imaginar para deformar nuestra paz interior producto de nuestras mentiras recreadas a través de imperfección de la arrogancia compartida en vanidad.

El pensamiento no pude estar asociado a la infelicidad, debemos construirlo sobre bases hegemónicas que nos permita encontrar la paz y hacerlo productivo, es la única forma de alcanzar la armonía de nuestra alma.  

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