lunes, 18 de noviembre de 2024

Personas equivocadas y correctas en las relaciones interpersonales


Las relaciones interpersonales son un viaje complejo donde las "personas equivocadas" y las "personas correctas" representan dos arquetipos fundamentales que moldean nuestra experiencia emocional. La "persona equivocada" es aquella que llega a nuestra vida para desestabilizar, desgarrar y cuestionar nuestra integridad emocional. En contraste, la "persona correcta" emerge como un agente de sanación y transformación.

Cuando la persona equivocada entra en tu vida, lo hace como un huracán emocional. Aprovecha tu momento de calma y lo convierte en un campo de batalla interno. Su presencia no es casual, sino calculada. Destruye no con violencia física, sino con manipulación psicológica, desarticulando cada defensa, cada esperanza, cada ilusión que has construido.

Esta persona no busca comprender, sino desmontar. No viene a sumar, sino a restar. Te encuentra en paz y decide que esa tranquilidad es un lienzo demasiado perfecto para no ser intervenido. Convierte tu estabilidad en fragmentos, te deja vulnerable, expuesto, cuestionando cada decisión, cada aspecto de tu identidad.


En contraste, la persona correcta te encuentra precisamente en ese estado de destrucción. No te ve como un proyecto que necesita ser arreglado, sino como un ser humano en proceso de transformación. Su amor no es una intervención quirúrgica, sino un vendaje cálido y comprensivo.

Esta persona no pretende componer tus pedazos para que vuelvas a ser quien eras, sino para que te conviertas en alguien mejor. Entiende que el dolor no es un defecto, sino un maestro. Su presencia no es invasiva, es contenedora. Ofrece un espacio donde tus heridas pueden respirar, donde tus cicatrices no son motivo de vergüenza, sino de orgullo.


La diferencia radical entre ambas experiencias radica en la intención. La persona equivocada busca poder; la persona correcta busca conexión. Aquella destruye para dominar; esta transforma para liberar.

Las lecciones son profundas:

  • No todo dolor es destructivo
  • No todas las personas que entran en tu vida vienen a quedarse
  • La verdadera sanación no es volver a ser el mismo, sino evolucionar


A aquellos que piensan que pueden regresar después de partir a alguien en pedazos: su intento será en vano. Una persona que ha aprendido a transformarse no necesita ser rescatada, mucho menos por quien la fragmentó.

La evolución no es un proceso de reparación, sino de reinvención. Cuando alguien ha atravesado el dolor y ha sido contenido por el amor correcto, se transforma en un ser irreductible. Ya no eres el mismo quebrantado de antes, sino alguien más fuerte, más consciente, más libre. No s ahí cuando piensas que regresar con esa misma persona sería para empezar de cero no para tener lo mismo por lo cual te dejaron destrozado. 


Hay personas que solo esperan que las busques, pero que jamás devuelven el mismo esfuerzo. Te escriben cuando les conviene, ignoran tus llamadas y responden mensajes a su antojo, como si tu tiempo no tuviera valor. Son expertos en hacer que te sientas invisible, en convertir la comunicación en un monólogo unilateral donde tú ruegan y ellos deciden. A esas personas hay que decirles un contundente adiós. No mereces suplicar por una atención que debería ser natural en cualquier relación, sea esta de amistad, amor o trabajo. Tu dignidad no puede depender de quienes solo te recuerdan cuando les resultas conveniente. La verdadera conexión no es un privilegio que mendigan, sino un intercambio respetuoso donde ambas partes se valoran.


Reconocer a las personas correctas implica desarrollar una inteligencia emocional profunda. No se trata de buscar perfección, sino de identificar quienes genuinamente respetan tu proceso, celebran tu resiliencia y te acompañan sin pretender modificarte.

La vida no se trata de evitar los quebrantos, sino de aprender a evolucionar con dignidad, rodeado de personas que entienden que la verdadera intimidad no es posesión, sino respeto. 


Se les quiere que jode, y sobre todo de gratis,.

Nos vemos en el espejo, donde las mentiras nos atormentan,.

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